divendres, 23 de maig del 2008

La muerte del Amor


Bajo la atenta mirada de la oscura parca,

tu sonrisa florecía marchitada

de besos impuros y plomizos.


Recordando esas leves caricias tuyas,

que yo recibía tan gustosamente,

que surcaban mi cuerpo ingravido

y que arañaban mi ser.


Recordando esos besos...

que en mi producían una erupción de placer

y, que de tanto en tanto

deshilaban y arrancaban mi querer.


¡Oh Amor!


Cómo puedes ser fuego y a la vez agua.

Cómo puedes ser cielo e infierno.

Cómo de cruel es tu ser,

que con un simple gesto

mil besos haces desaparecer.


Por tus angostas veredas viajé,

tus rocosos valles cruzé,

y a la vera de tus huesos acabé.


Pedí, lloré, grité.


Pedí, lloré y grité más fuerte otra vez.

Mis llantos estremecieron las estrellas

y apagaron el Sol.


Mis ruegos emocionaron los dioses,

haciendolos llorar.

Mis gritos quebraron montañas

y secaron el mar.


Pero tu, Amor, no lloraste;

simplemente reíste,

y con tu brazo de hielo atravesaste mi pecho,

y mataste al corazón.

dijous, 22 de maig del 2008

La dulce noche acariciaba tu torso desnudo.
Tus mejillas resonaban en armonía con los luceros del crepúsculo.

Tus dientes de marfil relucían en destellos iluminando las estrellas apagadas.

Tu cintura, de figuras esbeltas y marcadas, me hacía sudar gotas de pasión y desespero.


La luna, envuelta en recelos nos miraba besarnos.

Las estrellas celosas, lloraban tormentas de leche.

El mar, de agua calmada empezó a bullir.

El cielo se tornó gris y las montañas quebraron.

Endimión y Artemisa

Endimión y Artemisa
Todas las noches, cuando Apolo terminaba su recorrido, Artemisa subía a su carroza de plata y guiaba a sus caballos, blancos como la leche, a través del cielo, mientras era seguida por las estrellas que brillaban a su paso.Una noche, mientras pasaba, vio a un joven pastor dormido, con su rostro iluminado por la luz de la Luna. Artemisa se sorprendió con su belleza. Deteniendo su carroza, bajó a su lado, se inclinó y suavemente le dio un beso.Endimión, despierto a medias, abrió un poco los ojos y por un momento contempló la visión que tenía enfrente. Esa sola mirada, aunque hizo huir rápidamente a Artemisa, hizo que se levantara de prisa y se frotara los ojos. Pero cuando volteó a ver a la Luna, la que vio tan cerca antes, lejos en el firmamento, se convenció de que todo había sido un sueño.Intentó volver a dormirse para continuar con ese sueño, pero ya no regresó esa noche, sino hasta la siguiente, cuando se recostó en el mismo lugar; y noche tras noche se repetía cuando los pálidos rayos de luna iluminaban su rostro. Artemisa, tan enamorada como él, no podía dejar de pasar por donde estaba Endimión sin detener su carro por un momento, al tocar la punta del monte, para ir hacia él y darle un beso.Aún dormido,Endimión esperaba su llegada, pero un hechizo parecía impedir que se despertara. El tiempo pasó, y Artemisa finalmente le hizo dormir eternamente y lo llevó al Monte Latmo, donde cada noche la diosa se detenía para ir al lado de su amado y dejar un beso en sus labios inconscientes. Os prometo que dentro de poco colgaré una poesía mía inspirada en el mito de Endimión y Artemisa.